05 noviembre, 2015

La soledad en la última etapa de la vida

El otro día me contaron mis padres algo muy triste. Es algo que tiene que ver con todos nosotros, con la vida misma, con la muerte, con la vejez... Con la soledad en la que vivimos en la mayoría de las ciudades de cierto tamaño.

Un vecino, un buen vecino del que tengo muchos recuerdos de mi infancia, falleció hace unas semanas. Era algo más joven que mis padres, setenta y pocos pienso, y tenía problemas de salud relacionados con sus pulmones. Fumador empedernido, acabó pagando "caro" su "mal hábito". Si no fuese por sus problemas respiratorios se conservaba bastante bien y seguía siendo un hombre activo.

Me consta que se dejaba ver  poco por la comunidad de vecinos de siempre. La razón, muy sencilla. Su hija vive en un pueblecito del Maresme y al parecer pasaba muchos días cuidando de su nieto. Mis padres me cuentan que le gustaba mucho cuidar del nieto, pero que paradojicamente no tenía una buena relación con su hija!

Aquí empieza la parte triste del relato.
El hecho de que pasara mucho tiempo fuera de Barcelona cuidando de su nieto hizo que al principio los vecinos no lo echaran en falta.
 ¿Habéis visto últimamente a B.?
No, yo no lo he visto. Hace días que no sé nada de él. Pero bueno, si B. no para nunca por aquí! Estará cuidando al nieto, tú dirás.
Si, es verdad. Este para poco por aquí. "Es un culillo de mal asiento".

Los vecinos tenían un trato cordial con él pero no excesivo.

Seguía siendo un hombre amable, cordial, simpático.
Lo recuerdo jovial y carismático. Me atrevería a decir que era el vecino más carismático "del rellano".

Un día, un triste y aciago día, unos vecinos de varias plantas superiores empezaron a quejarse de malos olores. Decían que eran insoportables y que había que localizar "de dónde venían exactamente".
En el rellano de mis padres no se olía nada raro  así que nadie sospechó. Mis padres desde luego no.

Ante tanta insistencia al final una vecina que es enfermera comenzó a investigar y finalmente detectó el foco de los olores. Sus conocimientos anticiparon la tragedia. Olía "a muerto". Algún animal o persona estaba muerto en "la escalera". No tenía ninguna duda.

Ante la incredulidad de todos comenzó a investigar "vecino por vecino" (la mayoría son personas de "tercera edad", personas de edad avanzada).

Los días iban pasando, "el olor a muerte" era cada vez más evidente para la enfermera e incluso para los más incrédulos. Supongo que mis padres y otros vecinos del rellano se resistían a creerlo....Todos los indicios apuntaban a B:
-  ¿Lo habéis visto hace poco? ¿Cuántos días hace que hablastéis con él por última vez?

Llamaban y llamaban a la puerta, pero nadie contestaba. El olor aparentaba venir de su casa.

- ¿Pero es que nadie tiene las llaves de este vecino? Vive solo? Tiene hijos?

Las preguntas se agolpaban y los vecinos estaban como en estado de "shock". Al final, tarde y apesadumbrado mi padre y el Sr. T. probaron a abrir con sus copias de las llaves.

Inútil, B. había cambiado la cerradura. Sólo su hija debía tener copias de las llaves.

Por fín, se pudo localizar a la hija. ¿Está con usted su padre? NO! Pues necesitamos que venga, pasa esto....

Cuando vino su hija y abrió la puerta se encontró con la "terrible escena". El cuerpo de su padre yacía sobre el sofá, sin vida, en avanzado estado de putrefacción. Una nube de moscas revoloteaba en torno al cadáver.

Salió corriendo y gritando de dolor, totalmente histérica!! Jamás olvidará esa escena mientras viva.
El hedor a muerte  que le abofeteó al abrir la puerta de la casa de su padre le acompañará para siempre.

"Els mossos d'esquadra" se personaron en el domicilio. Se dictaminó que llevaba muerto al menos unas 3 semanas, quizás algo más.

Murió solo, era viudo y vivía solo. Su única HIJA no vivía en Barcelona y no le llamaba a diario ni siquiera de forma asidua.. B. murió terriblemente solo. Nadie le pareció echar de menos durante 3 largas semanas.
Bien, seguramente alguien si  que le echó de menos, su nieto. Pero no fué suficiente.

No hay nada más que añadir porque la historia es real y cruda. Y me temo que "repetida".

Deberíamos reflexionar sobre el tipo de sociedad en la que vivimos (al menos en las medianas y grandes ciudades, dudo que algo así pueda pasar en un pueblo ).
Las personas mayores se sienten, a menudo, solas, terriblemente SOLAS. Nuestros padres, tus padres, los padres de aquellos y de estos también. Barcelona está llena de "pisos cargados de SOLEDAD" en los que viven personas mayores a los que sus hijos apenas visitan y apenas llaman por teléfono.

Es muy triste y es lo que más temen y sufren en realidad nuestros "mayores". No importan "los achaques" propios de la edad, no importa el colesterol, la presión sanguínea y tantas y tantas cosas que empiezan a fallar...Las enfermedades no son nada comparadas con la sensación de desamparo y de SOLEDAD en la que se encuentran muchas personas mayores.

Ese es el triste DESTINO de muchos de nosotros si no somos capaces de reconducir nuestras vidas y nuestros valores.

 Que descanse en paz el bueno de B.  Ni él ni nadie se merece MORIR en ese OLVIDO. No es justo MORIR de esa manera, no lo es.

Lo siento, pero me ha salido un artículo bastante deprimente. Es lo que hay. Las cosas tristes también deben ser contadas precisamente para que no queden  en el OLVIDO y nos hagan REACCIONAR.








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