30 marzo, 2020

Mi Tía Bernarda

Foto de mi tía Bernarda
 con mi hija Jara en Julio del 2010.
Aquí mi tía tenía ya 90 años.
El pasado 29 de febrero mi tía Bernarda se murió a la edad de 100 años!!
El  01 de Enero del 2020 se convirtió por unos días en la mujer más longeva del Sotino o el Soto que es como se conoce por esos lares al pueblo de Sotoserrano (Salamanca).
Le realizaron un entrañable homenaje en su pueblo para celebrar sus 100 años de vida .
Homenaje a la Tía Bernarda


Viendo la que nos está cayendo con el maldito Coronavirus y viendo también lo que están sufriendo las personas mayores en esta situación no puedo más que alegrarme de que haya podido ahorrarse pasar por todo esto. Ella ha muerto entre los suyos, entre su gente, rodeada de su familia y con el reconocimiento de sus paisanos. Ha muerto "de viejita" y me la imagino  tal como la recuerdo en los veranos que pasé con ella, sentaíta en los escalones del portal de su casa tomando el sol o simplemente descansando.  No me puedo imaginar mejor forma de morir si lo comparamos con la triste muerte de tantos viejitos en las residencias de algunas ciudades en estos días (solos, sin poder recibir visitas de sus familiares, desatendidos en no pocos casos y sin un entierro con su familia).


Descanse en paz.

Mi tía Bernarda , así la llamé siempre y así la llamaban cariñosamente muchos vecinos, era en realidad la tía de mi padre. Nació en el pueblo de Sotoserrano en un lejano 01 de Enero de 1920!!
Sus padres, Clemente Pérez (1885 - 1942) y Ángela Velasco (1881 - 1981), tuvieron 4 hijos:

  • Eustasio P.V. (1912 -1938), mi abuelo y el mayor de todos los hermanos. Fallecido tristemente en "el Frente del Ebro", en la puta Guerra Civil. Nunca conocí a mi abuelo!!
  • Petra P.V. (1915 . 1993), mi tía Petra, la única que emigró a Barcelona. A ella si que la conocí.
  • Teodoro P.V. (1917 - 2009), al que recuerdo con mucho cariño y que adoraba a mi abuelo (creo que nunca superó del todo la muerte de su hermano mayor en la Guerra).
  • Bernarda P.V.(1920 - 2020). Mi tía Bernarda, la hermana pequeña de mi abuelo, la menor de los 4 hermanos.
Mi tía Bernarda - en realidad, tía-abuela si somos muy puntillosos- se casó con mi tío Próspero G., hombre de cristalinos ojos azules y mirada incisiva y que también recuerdo especialmente. No tuvieron hijos y creo que eso les marcó para siempre, sobre todo a mi tía. A ella siempre se le notó que hubiese querido tener hijos y fue una mujer especialmente cariñosa con todos los niños . Se volcó en la infancia de mis primas, las hijas de la Angelita, su sobrina, la hija de su hermano Teodoro.


Si ya sé lo que estáis pensando, vaya nombrecitos en el pueblo, eh?? Teodoro, Bernarda, Petra, Eustasio....Ni un Pepe, ni un Juan, jajajaja. Parece que en aquellos tiempos los nombres, de rancio sabor añejo, se las traían. Ya se sabe, la España profunda de aquellos años con sus nombres duros, sus toponímias ásperas de la época. Pensad para los que no os situéis que el pueblo de mis ancestros está tocando la frontera actual con el norte de Cáceres, con la comarca de Las Hurdes!! Es el último pueblo salmantino de la Sierra de Francia pero ya mirando hacia tierras cacereñas, en la cabecera del Valle del río Alagón .
Afortunadamente esas viejas costumbres de poner según que nombres fueron cambiando lentamente aunque mi padre, también EUSTASIO!!, tuvo todavía un nombre de principios del siglo pasado. Fue en homenaje, sin duda, a su padre que no llegó a conocer (mi abuelo). La historia de amor que se truncó por la maldita Guerra Civil seguro que llevó a mi abuela, LEOCADIA, a llamar a su primer hijo igual que a su amor perdido.

Pero me estoy desviando del objetivo de este relato que no es otro que rendir un humilde homenaje a mi tía Bernarda.

Yo he estado por tierras salmantinas hasta en 10 ocasiones diferentes llegado desde la lejana Catalunya. La primera vez  fué en el verano del 66  y no la recuerdo porque tenía unos 11 meses!! Esa no cuenta. Mis primeros recuerdos de Sotoserrano son de la década de los lejanos años 70, verano del 76 para ser más exactos. Allí conocí a mi tía Bernarda por primera vez y tuve el orgullo de conocer a su madre!! Mi Bisabuela Ángela!!
Mi padre, que también nació en Sotoserrano y vivió allí hasta los 9 o 10 años aproximadamente, siempre me habló mucho de  su abuela Ángela.
La madre de la Tía Bernarda era una mujer "de armas tomar".  La recuerdo muy delgadita, tiesa como un palo y tomando en ayunas un vaso de vino - lleno hasta los topes -  todas las mañanas!! Yo la conocí con 95 o 96 años y recuerdo que aunque su salud ya era algo frágil me impresionó su porte erguido y su actitud. Te la imaginabas perfectamente en sus años mozos siendo la auténtica líder de aquella familia. 
Aquel verano recuerdo a mi tía Bernarda , que ya tenía 56 años, como una mujer menuda, delgada pero recia y tiesa a la vez...  Vivaracha y con mucha energía. Era una mujer hacendosa que siempre trajinaba con sorprendente discreción en casa. Silenciosa la mayor de las veces pero afable y solícita si le preguntabas cualquier cosa. Estaba pendiente de todos los detalles y de sus invitados - que éramos nosotros - por si necesitábamos cualquier cosa. Tanto ella como mi tío siempre fueron muy hospitalarios y compartían lo poco que tenían con gran naturalidad.
Recuerdo un día que fuimos a bañarnos al río y que le dije a mis tíos que me gustaría que viniesen  a Barcelona. Dicho y hecho, me tomaron la palabra y al poco tiempo vinieron a hacernos una visita. Si, mi tía Bernarda estuvo con nosotros en Barcelona unos días. Debió ser por el 78 o el 79 creo.

Fue en la década de los años 80 cuando realmente conocí mejor a mi tía y frecuenté más el Soto.
El verano del 85 tengo muchos recuerdos de mi tía porque ese año estábamos en el pueblo mi hermana, mi prima Esther y yo.  Todas las mañanas mi tía nos preparaba el desayuno. Mi tío ordeñaba las cabras y mi tía hervía - 3 veces - aquella increíble leche de cabra y nos ponía el  tremendo tazón.
Me encantaba ver trajinar a mi tía por el sobrao. Era un lugar mágico donde tenían la despensa, reserva de grano y estaban siempre los gatos para mantener a raya los posibles ratones que se atreviesen a husmear. 
Mis tíos ya eran mayores y recuerdo que pensaba que era un milagro que no hubiesen más accidentes entre las gentes del pueblo ya que muchas casas tenían al menos 3 niveles y para ir de uno a otro debías transitar - arriba y abajo - por unas empinadas y tortuosas escaleras absolutamente infames. Todas las casas del Soto crecen verticalmente ya que por falta de espacio no pueden hacerlo en sentido horizontal. Abajo están las cuadras donde antiguamente tenían los animales (en el 85 todavía algunos mantenían unas pocas cabras, cerdos, gallinas y los menos tenían los últimos mulos y caballos). Subiendo unas empinadas y retorcidas escaleras llegabas a la alcoba o estancia principal. Allí estaban las habitaciones, el salón y el lavabo y/o la cocina.
Había en la casa de mis tíos un tercer nivel  con una pequeña sala donde estaba la cocina , una mesa para comer donde estaba la TV. Más arriba el sobrao con la despensa y un fogón para calentar la leche. Todo un mundo interior estrecho, oscuro y casi lúgubre con muy poca luz natural (callejas estrechas y plazuelas que no dejan penetrar apenas los rayos de luz). En esas casuchas lo raro es que los viejetes y los niños no se descalabrasen cada dos por tres. 

Muchos días yo me levantaba temprano y me iba a patear el campo. Hice excursiones por los alrededores del pueblo y por el río hacia todos los puntos cardinales. Me metía por los huertos; reseguía los poyatos, bancales y terrazas de las lomas y colinas cultivadas por los paisanos. Hice incursiones por los 3 ríos, el de Francia, el Alagón y también Cuerpo de Hombre.
Frecuenté absolutamente todos los parajes soteños y me familiaricé con los alrededores del pueblo.
Mi tía siempre me preparaba el zurrón en el que llevaba algunas viandas para aguantar las caminatas y las largas jornadas naturalistas. Queso de cabra y embutido no podían faltar y , por supuesto, ese maravilloso pan que yo siempre me preguntaba por qué coño no podían hacerlo igual de bueno en Barcelona!!

Yo a mi tía siempre la vi como una mujer delicada y fuerte al mismo tiempo, no sé cómo explicarlo. Que era una persona fuerte es un hecho porque ayudaba en las tareas de campo y era tremendamente hacendosa en su casa. Era evidente que pese a su aspecto menudo y enjuto . en el sentido de algo seca y demacrada - era una mujer con mucha energía. Pero por otro lado tenía frecuentes mareos y debía parar para reponerse de vez en cuando. No sé el origen de esos mareos pero a veces decía "que le había dado un bajío" y se tenía que sentar en un poyo o una escalera o dónde pillase hasta que se le pasase.

Mi tía me enseñó que a los delantales se les llamaba mandiles y que la faldiquera es sinónimo de bolsillo.  Escuchando a mis tíos aprendí que llamaban pegas a las urracas y tabarros a los tábanos. Que el sacho es lo mismo que la azada y que a los cerdos les llaman gorrinos o marranos.
Que un grupo grande de cabras es una piara pero si es pequeño un atajo. Que los cubos son baldes y l los mecheros también se les llama chisqueros (de chiscar o prender fuego). Que es mejor si te bañas en el río llevar unas albarcas (sandalias) por si acaso y que cuando los gatos llaman a la puerta tuntunean.
Pero sobre todo aprendí que en el Soto todos los diminutivos se hacen al estilo extremeño con -ino.
Chiquilino, tontino,muchachina, chivina, etcc. Y el Soto es el Sotino!!

Tengo muchos recuerdos de esos veranos de finales de los 80 y en todos ellos está mi tía Bernarda.
En los años 90 volví en 3 ocasiones y me traje a mi Silvia para que conociera el famoso Soto del que tanto había oído  hablar a sus vecinos de toda la vida.

Agosto del 91.  Con mis tíos en la Plaza del Pino.
La Bernarda (71 años) y el Próspero (73 años).



Cuando regresé  al Soto en el verano del 2010 nos alojamos en el Hotel Mirador, en las afueras del pueblo.

Quería que mi hijas pudiesen conocer a mi tía. No llegué a tiempo para que conociesen a mi tío Teodoro (murió el año anterior) ni a mi tío Próspero (2007), pero allí estaba mi eterna tía Bernarda con 90 años!! Igual de tiesa que siempre, con el pelo más cano y los ojillos más diminutos si cabe, pero lúcida sin duda. Sé que le hizo mucha ilusión conocer a mis hijas, Jara y Marina. Ellas no se acuerdan pero a mi me emocionó que se pudieran conocer. Conectó con las niñas de inmediato y las caló enseguida. Enseguida les enseñó los gatitos para ganárselas!

Tengo una anécdota muy buena de mi tía de ese verano. Estábamos todos pasando un ratino en La Calleja y mi tía va y suelta: "Voy a irme a Ca la ....... (no recuerdo el nombre). Está muy mayor y necesita ayuda,voy a hacerle compañía...."
  • Pero tía!! Si usted ya tiene 90 años que me está contando!!
  • Ella es mayor que yo, ella tiene 95!!
Iba a ayudar a la viejecilla!! Como si ella fuese una moza!!

 Ese espíritu de los pueblos en que todos procuran ayudarse y piensan los unos en los otros (en sus necesidades) es algo que ya se está perdiendo. Probablemente morirá con la siguiente generación si no hacemos nada por remediarlo.
Todavía estamos a tiempo, quizás esta pandemia y el Coronavirus sirvan para que reflexionemos. Deberíamos ser capaces de volver a encontrar la senda que trazaron otros antes que nosotros. Sería bueno seguir los pasos que nos marcaron la Tía Bernarda y tantos otros de su generación .


Julio del 2010. Plaza del Pino, Portal de la Tía Bernarda.
Varias generaciones entrelazadas, unidas por el respeto y el cariño a mi tía.










No hay comentarios:

Publicar un comentario

Vistas de página en total