20 febrero, 2015

Mis viejas Chirucas!!


Es bien curioso cómo nos encariñarnos con las cosas materiales. Supongo que a eso le podríamos llamar "fetichismo". Unos zapatos; unos tejanos; aquel primer coche que tuvimos; aquel chaleco que ahora no te pondrías ni en carnavales; aquellos antiguos discos de vinilo....

Si, definitivamente la mayoría de las personas somos fetichistas. Supongo que cogemos cariño a las cosas materiales porque las asociamos con vivencias (y eso significa que las asociamos con sensaciones, sentimientos, emociones en definitiva). Una canción te transporta a una época vivida; a unos veranos de tu vida; a aquella novia que tuviste ; a  unos festejos o conciertos en aquel pueblo o en tu barrio; a unas discotecas determinadas.... Se trata de una asociación que va directamente al "sistema límbico" de nuestros cerebros, es decir, a esa porción de nuestro sistema nervioso que procesa y guarda nuestras emociones. Nuestro cerebro "más primitivo o más animal" como se quiera ver.
Este invierno me encontraba en la ribera del río Ter, en Colomers (Baix Empordà),cuando mis viejas chirucas dijeron "prou" de forma contundente. La suela, tal como vaticinó Xavi unos meses antes , se separó y casi se desintegró en un "plis plas". El desaguisado no tenía solución ni recurriendo a un "viejo zapatero remendón". Había que aceptarlo, mis viejas chirucas habían "muerto" en acto de servicio. Su última incursión con un servidor la llevaron a l'Empordà en un agradable día invernal.

Por increible que os pueda parecer estas chirucas me han acompañado durante casi dos décadas de mi vida!! Desde los años 90 hasta la actualidad!! Con ellas realicé excursiones por la Sierra de Cazorla  y los alrededores de Colomera en Andalucía. Me he "pateado" con ellas el Valle de Somiedo (Asturias); la Sierra de Francia (Salamanca); Sierras riojanas (Cebollera y la Demanda; Sierra de Cameros); Collserola y el Delta del Llobregat en incontables ocasiones...
Han viajado hasta los estuarios del Río Tajo en los alrededores de Lisboa o a lejanas dehesas extremeñas en busca de la esquiva cigüeña negra y del elanio azul.
También han estado en mis incursiones isleñas (Mallorca y Lanzarote); en las Arribes del Duero o en mis escasas incursiones pirenaicas (Ordesa y Monte Perdido; Vall d'Aran; Vall de Ribes ,Vall de Núria y Camprodon,...).
En definitiva, mis viejas y fieles amigas han sido testigas mudas de la mayoría de mis salidas naturalistas durante cerca de dos décadas. Sólo por ello se merecen este modesto homenaje en el blog.

Su última proeza fué subir al Puigsacalm en un circuito de alta montaña de unas 4 - 5 horas que seguramente las dejó ya "tocadas de muerte" allá por septiembre del 2014.

Adiós viejas amigas! No habrá otras como vosotras (el nuevo calzado "Quechua" de Decathlon ya no seduce como la entrañable  "Chiruca").






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