Como todas las mañanas, los gorjeos de las golondrinas me despertaron antes incluso que los tímidos rayos de sol inundasen la placeta de la calleja. Gustaban de posarse en los escuchimizados cables del teléfono y para un muchacho de ciudad como yo, no podía haber mejor manera de despertarse.
Mi tío Próspero ya hacía rato que ordeñaba a la cabra en la cuadra y se oía traginar a mi tía, la Bernarda, una mujer tan menuda y hacendosa que parecía mismamente un duendecillo que no paraba ni un instante en la casa.
Yo dormía en un camastro de esos cuyos somieres delatan el más mínimo movimiento y cuyo horrendo colchón se hundía inmisericorde creando un hoyo acogedor donde toda mi persona quedaba abducida sin remedio. En esa primera planta, la amplia alcoba, mis tíos dormían casi enfrente mio, pero en un recoleto rincón separado por una discreta cortina para preservar algo su intimidad (la sensación de dormir en la misma sala con mis tíos me resultaba divertida).
Yo dormía en un camastro de esos cuyos somieres delatan el más mínimo movimiento y cuyo horrendo colchón se hundía inmisericorde creando un hoyo acogedor donde toda mi persona quedaba abducida sin remedio. En esa primera planta, la amplia alcoba, mis tíos dormían casi enfrente mio, pero en un recoleto rincón separado por una discreta cortina para preservar algo su intimidad (la sensación de dormir en la misma sala con mis tíos me resultaba divertida).
El habitáculo donde se encontraba la cama de mis tíos era pequeño y claustrofóbico, pero seguramente acogedor para los dos gnomos!! Todo era pequeño, las dimensiones de las puertas, la altura de los dinteles, las ventanas o ventanucos sugerían una casa en miniatura.
La cabecera de mi cama tocaba con la pared de adobe que daba a la balconada de madera. No pocas veces, cuando se reblandecía el adobe por las infiltraciones del agua al llover se desgajaba un pequeño cachito de adobe!! Alguna vez me quedé con un diminuto trocito en la mano y entonces lo recolocaba minuciosamente para que no se notase.
Esa mañana repetí el ritual de todos los días... me fuí al cuarto de baño (curiosamente amplio en comparación con el resto de la casa, pero donde no había ni tan siquiera un plato de ducha) y allí procedí al preceptivo "lavado de gato", rápido y frugal porque el agua estaba siempre helada.
Luego subí por las empinadísimos escalones a la sala donde se encontraba la cocina y una pequeña despensa. En la despensa había hortalizas de todo tipo, patatas y cereales varios, amén de una familia gatuna y en la cocina ya estaba mi tía, la Bernarda, preparándome el desayuno.
Siempre hervía la leche de cabra recién ordeñada hasta tres veces, en un cazo inmenso, por aquello de las fiebres de Malta y yo bebía con avidez y deleite esos enormes cuencos llenitos hasta arriba de aquel jugo caprino tan sabroso y poderoso. Algunos milindros empalagosos o, peor todavía, temibles "perrunillas" (pastelitos locales infames de un dulzor insoportable).
- Vendrás a almorzar o te quedarás en el monte?
- Hoy prefiero almorzar junto al río, seguramente me echaré una buena siesta bajo el abrigo de alguna encina y cuando ya no pegue tan fuete el Lorenzo, regresaré al atardecer.
En ese momento entró en la cocina tío....
- ¿Dónde andarás? Ya te tengo dicho que no es bueno irse de campeo sin que nadie sepa por dónde andas, si te pasase algo debemos saber dónde buscarte.
- Bueno, ahora voy a buscar el río Francia, por detrás de los huertos, y seguiré la vereda, aguas abajo, hasta llegar a la Vega Francia, junto al puente, donde El Chiringuito. Lo que ya no tengo tan claro es por dónde tirar después de la siesta..... no sé si seguir el río Alagón por el valle, por el Risco Pelayo, o a lo mejor sigo por el margen derecho, aguas arriba, y subo por la loma buscando la carretera...casi siempre te acabas encontrando gente que viene de bañarse en el río y te llegan hasta el pueblo.
- Bien, yo sólo lo digo por si te extravías o te pasa algo.... y ten cuidado con las lomas que quedan al otro lado del puente, hacia Horcajo.....recuerda que allá hay reses bravas sueltas y ya han dado más de un susto a algún mozo......
Miró a tía con esos ojos azules, vidriosos y casi transparentes, como buscando algo.....y, de repente, dijo con aquella brusquedad tan castellana y tan pueblerina..."Oye, no es verdad que el Pepín lleva el rebaño a pastar hacia el atardecer por la finca del Pancracio, junto al río".
- No sé lo que hace ese muchacho, últimamente anda muy perdido y en malas compañías. Ni sabía que llevase el rebaño a pastar por esos parajes.
- No si yo lo digo porque si "éste" - señalándome a mi con un gesto seco, pero de reojo - se deja caer por allí, los perros que vigilan el rebaño tienen muy mala leche, son peligrosos.
Ahora si que me miró fijamente, sin parpadear....
- Mira, tu eres muy confiado, se nota que eres de ciudad y algo ingenuo para estas cosas....pero si se te acercan esos perros pulgosos con malas intenciones, sería bueno que llevases una buena vara, recia y fuerte, para pegarles en el hocico a esos canes del diablo. Aquí en el pueblo ya han mordido a más de uno, tienen "muy malas pulgas" los perros de los pastores por estos lares.
- Descuide tío, sabré defenderme si llegara el caso, pero me preocupan más los perros cimarrones que vi el otro día....los perros que andan asilvestrados por el monte y tienen que espabilarse para comer si que me imponen más respeto.
- Me miró con condescendencia, como quién mira a un hijo tonto..... estaba muy protector aquel verano conmigo. Yo sabía que tantas preguntas - que si a dónde voy y de dónde vengo - se debían, al menos en parte, a que estaba muy orgulloso de que cada día me echase al monte a patear...Que me gustase el campo, ir a observar pájaros....Que un mozo de Barcelona, críado en la gran ciudad, le gustase el pueblo y apreciase la belleza de aquellos parajes....Eso era un orgullo enorme para él y para todo el pueblo.....
Aquel verano del 85 se habló mucho de mi en el pueblo.....yo era ese chico extraño al que le gustaba salir a observar pájaros y que iba anotando en un cuaderno - como Félix Rodriguez de la Fuente - todo cuanto veía o me llamaba la atención.
En el zurrón que me preparaba con especial mimo mi tía, solía haber un buen pedazo de pan de pueblo - ¡que rico! - queso de cabra y algo de embutido..... nunca me llevaba agua, se suponía que debía buscarme la vida en las fuentes o bebiendo directamente en los ríos.
No recuerdo un verano más auténtico y más intenso en toda mi vida.... al menos no en el sentido espiritual y casi místico que me supuso cada jornada naturalista recorriendo aquellos valles y aquellas montañas....el Valle del Alagón, en la agrestre y olvidada Comarca de la Sierra de Francia.... en el término municipal de Sotoserrano, El Soto, el último pueblo de Salamanca en dirección Coria, antes de llegar a Riomalo de Abajo, camino de Las Hurdes, ya en tierras cacereñas.
Recuerdo una anécdota de aquel día que todavía hoy me llena de orgullo y satisfacción......Regresaba sudoroso y algo cansado por la carretera de Coria, pasado el Risco Pelayo, a poco más de 1 kilómetro del pueblo. Com mi camiseta de los jamones Marcos de Sotoserrano, los prismáticos colgados al cuello, el zurrón en bandolera y mi típico andar balanceante, casi simiesco, que tanto me caracteriza.
Frente a mi, apareció por la carretera un hombre ya mayor que montaba una preciosa jaca parda. No lo había visto en todos esos días por el pueblo o al menos no había reparado en él. Juro por todos los Dioses que él tampoco me había visto hasta ese preciso instante.....
- Muy buenas, tu eres del Tasio, verdad?
- ¿Cómo?, ¿Nos conocemos?
- No, yo a ti no te conozco y tu tampoco me conoces a mi, pero verdad que no me he equivocado? Te pareces mucho a él.
- Uf, pero cómo puede haberme conocido buen hombre, si mi padre dejó el pueblo con 8 o 9 años, siendo un crío todavía, y casi nadie lo recuerda en el pueblo, salvo los de su misma generación.
- Kia! Quién habló de tu padre, mucha razón llevas muchacho en que yo no conocí a tu padre.... pero si a tu abuelo...eres la misma imagen de tu abuelo Tasio. Cuando te he visto caminando a lo lejos por la carretera he visto a tu abuelo... tienes sus mismos andares, su misma planta. Caminas igual que él, esos andares son los de tu abuelo que en paz descanse.
Aquel hombre me conoció por los andares!! por mi silueta perfilada en la carretera, por mi característico balanceo..... la longitud de mis piernas, la cadencia de mis pasos, todo era idéntico a mi abuelo Tasio . El mismo abuelo que murió en la Guerra Civil, en el sangriento Frente del Ebro, y al que yo jamás llegué a conocer por lo que nunca pude imitarlo en nada.... y al que tampoco mi padre llegó a conocer siquiera.
Todavía me estremezco de emoción cuando recuerdo ese pasaje.....
Aquel buen hombre, al parecer buen amigo de mi abuelo Tasio, debió alucinar cuando aproximadamente 50 años más tarde - el lapso de tiempo que debió pasar entre los años 30 y los años 80 - volvió a ver la viva imagen de su amigo de juventud reencarnado en un muchacho de 19 años que no era otro que el nieto de Tasio !!
La Biología es caprichosa y la genética nos tiene reservadas sorpresas como ésta....heredamos una tipología, un tipo de musculatura, unas longitudes relativas de los huesos, una disposición de los tendones y ligamentos...heredamos cosas increiblemente sutiles que pueden condicionar hasta nuestra forma de andar.....mi balanceo casi chulesco y rítmico de toda la vida es el mismo que el que paseaba mi difunto abuelo del Soto en las lejanas tierras salmantinas a principios del siglo pasado!!! Como si se tratase de un delicioso "Déjà vu" esta anécdota me ha perseguido toda mi vida y consiguió, por ejemplo, que me interesase por saber quién era en realidad mi abuelo al que no llegué a conocer...Que me interesase por averiguar qué tipo de persona era, qué hacía y cómo vivía aquel hombre cuyos andares y silueta he heredado...deliciosa y bendita herencia!!
Así como un árbol sin raíces no tiene razón de ser...una persona que no conoce sus orígenes, qué no sabe de dónde viene, quiénes eran sus antepasados, no puede construir nada perdurable....
Somos ciertamente inmortales...a mi abuelo le jodieron la vida en la Guerra Civil, pero él sobrevive en mi abuela Leo, em mi padre - también Tasio - y en su nieto Víctor...especialmente en su gracia moviendo sus caderas, en su braceo y balanceo andarines.
Mi abuelo Tasio es jodidamente inmortal porque yo sé que algo de su genética está presente en mi Jara y en mi Marina y porque les explicaré a ambas ésta y muchas más anécdotas para que sepan quién fue su abuelo Tasio....
Cuando mis hijas vean vídeos de su padre caminando con ese garbo e inusual gracia en realidad estarán viendo la misma estampa que la de su bisabuelo Tasio, no es genial ser inmortal??
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