30 septiembre, 2011

El entrañable y decadente BAR PASTÍS

 

Lo descubrimos a finales de los 80 y le fuimos fiel durante los años 90. Luego lo fuimos abandonando - Silvia y yo -  y ya confieso que hace muchos, muchos años que no pasamos por el entrañable PASTÍS situado en el corazón del barrio chino...
Al final de la Rambla, en la zona frecuentada por los travestis y las prostitutas nigerianas....Una callejuela, Santa Mónica, que sale de la misma Rambla cuando ya se barrunta el mar y el ambiente portuario.
Bajando a mano derecha la callejuela te invita a transitarla casi con desgana, somñolienta, ..... Una calle siempre en permanente penumbra, donde sólo la pertinaz presencia de prostitutas te indica que hay vida allá. A medida que penetras por la oscura calle, una atmósfera maloliente e insana parece envolverte y casi cuando estás a punto de darte media vuelta porque piensas que has escogido mal tu camino aparece ante tí una luz mortecina y una puerta basculante como de otra época.


El Bar tiene unas dimensions ridículas, encajonado de mala manera en un edificio ruinoso y con una pátina de mugre que rezuma por la fachada, el rótulo del local y que ya no te abandona, enganchosa, en todo el periplo por el interior del mismo.
Sí, el PASTÍS es un bar mugriento, de otra época, de otra Barcelona, aquella que nosotros no conocimos..La Barcelona del Barrio Chino antes que lo maquearan y lo ravalearan para los turistas....Mucho antes de las Olimpiadas que tanto maquillaron la ciudad y sanearon el Raval.....La Barcelona del Paralelo, del Molino, del Marsella, del Cazalla, la Barcelona Bohemia a la que nosotros ya en realidad no hemos pertenecido nunca.
 
Pero precisamente por eso, porque es una especie de dinosaurio prehistórico que sobrevive recordándote como debió ser la Barcelona de los años 50 y 60...el PASTÍS es único e irrepetible, una gozada.

Los franceses son raros de cojones. Cuando este año estuvimos en París me llamó mucho la atención la estrechez en la que se encuentran los comensales en multitud de bares y restaurants de la ciudad. Estanterías y paredes repletas de objetos, siempre  recargadas y con los espacios aprovechados hasta lo indecible . En algunos restaurantes  la distancia de seguridad interpersonal entre los clientes es absolutamente intolerable para un español o un italiano por ejemplo. Te colocan  en una mesa estrecha, con unas sillas más estrechas, donde no cabe absolutamente nada y al lado de otros comensales en el más absoluto hacinamiento. Sus distancias interpersonales son totalmente diferentes a las nuestras...Calor humano, falta de intimidad ; todo aquello que te puede incomodar parece cotidiano y normalísimo para ellos.

Así es el PASTÍS, el bareto más francés y más parisino de toda Barcelona sin duda alguna. Mugre, polvo, suciedad, hacinamiento, estrechez, atmósfera casi irrespirable.....Todo te recuerda al París de MOULINE ROUGE de principios de siglo (XX claro).

Y sin embargo, reconozco que esa vertiente "cutre" y descuidada, casi premeditadamente dejada, me sedujo desde el primer día. Hay algo en los ambientes recargados parisinos, en el encanto de lo "cutre",que me gusta y me atrae irremediablemente.

El Pastís además es un bar muy nuestro - de Silvia y mio - porque lo descubrimos  juntos. Si mal no recuerdo nunca hemos ido con más amigos (de hecho no puedes ir con nadie porque no cabrían, ja,ja). No hay espacio para ir en grupo, o vas solo o vas en pareja, punto y pelota!!  Es por todo ello un Bar que tengo muy asociado a nuestra etapa de "novios", a nuestros primeros años de relación y a nuestra etapa más bohemia en  todos los sentidos.

Cuando entras en el Pastís es casi imposible no escuchar las conversaciones ajenas, no quedarte hasta con los más nimios detalles de la fisonomía del resto de personas que están en el local. Hay tan poco espacio que ves a la gente, la olfateas, la percibes de una forma irresistible.
La música siempre francesa es decadente, aburrida, nostálgica, invita al trago pausado y melacólico...... Te quedas mirando esas estanterías que parece que se van a  caer en cualquier momento, con las botellas llenas de polvo, las telarañas - reales! no en sentido literario - y ese color amarillento de años y años de tabaco, de humo enrarecido......Entras en un estado HIPNÓTICO, quedas atrapado por unas horas en el tiempo por el ambiente del PASTÍS... da igual lo que ocurra afuera porque en el PASTÍS el tiempo se detiene.....
Mientras conversas y escuchas esa música decrépita, saboreas largamente el PASTÍS que es una bebida muy francesa como no podía ser de otro modo: " el aguardiente típico de Marsella, compuesto de aguardiente de anís y regaliz, al que se le añade 3 o 4 partes de agua por cada 1 de "Pastís" para su consumición". Una bebida que sólo puedes beber en ese local porque en cualquier otro lugar estaría totalmente fuera de lugar, ja,ja.
 
Recuerdo que el Pastís estuvo cerrado algunos años por quejas y denuncias vecinales por el ruido que supuestamente hacían por la música en vivo hasta altas horas de la madrugada. Por lo que he oído ha superado el intento de cierre y sigue ofreciendo conciertos de música francesa, tangos, flamenco, jazz y demás. 

Un día de estos tenemos que volver por allí y tomarnos un PASTÍS a la salud de aquella Barcelona que no sale en las guías turísticas modernas... de esa Barcelona que no es el Raval maqueado, la Barceloneta moderna, el Born de los turistas o les Rambles de hoy en día.

El PASTÍS es un bar que no puede dejar a nadie indiferente, tienen una personalidad intemporal y afrancesada que lo convierte en único en mi ciudad.

VIVA EL PASTÍS SIEMPRE!! Y EL CAZALLA Y EL MARSELLA Y EL LONDON....... VIVA ESE RAVAL QUE TODAVÍA SOBREVIVE A LOS ENVITES DE LOS NUEVOS TIEMPOS... 

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