01 mayo, 2006

La Ruta de las Amapolas




Papi dice que el mes de abril es el mes de las amapolas, que salpican de manchones rojos los campos verdes por todo el Vallès. Ayer estuvimos de excursión por Santa Eulàlia de Ronçana (Pinedes del Castellet - Can Maspons de la Vall) y todo eran flores y mil colores (azules, malvas, rosáceos, rojos, amarillos, blancos, violáceos, etc...).
Mi padre me explicaba con entusiasmo y me enseñaba las borrajas en flor, las malvas, margaritas y otras compuestas, labiadas, ciatios de las lechetreznas. Toda una retahíla de nombres asociados a colores y pétalos que a mi me dejaban bastante indiferente, para que os lo voy a negar. Pero Papa, si yo soy muy pequeñita y no me quedo con los nombres todavía ¡¡pa que me cuentas tanta chalaura!!.

De todas las flores que me enseñaron mis papis, yo noté que les hicieron especial ilusión dos de ellas... se pararon un buen rato junto a unas matas más bien feuchas que hacían unas flores púrpuras muy delicadas..... me repitireron una y otra vez su nombre... Jara, Jara, Jara,....Yo no entiendo nada, no se supone que ese es mi nombre?? Estos papis están "locatis"! Luego se detuvieron en un prado que si me gustó mucho..... un prado lleno de amapolas rojas... el rojo si que mola!!
Entre florecillas silvestres y campos verdes me pasearon en la mochila por las campiñas de Santa Eulàlia..... golondrinas, abubillas, ruiseñores, los primeros abejarucos y las primeras oropéndolas que mi padre escuchaba con atención, anotando sus melodías en su cerebro de "ornitólogo chalao".
Ya han llegado los preciosos abejarucos, "pájaros arco-iris" en los que ya resulta imposible pincelar algún color más porque sencillamente no quedan ya más en la paleta.
Las oropéndolas son los "pájaro-taxis" (Taxis de Barna, se entiende), porque sólo ellas presentan un diseño en el que se combinan el negro azabache y el amarillo limón de una forma tan salvaje, tan colorista... paradojas de la vida las oropéndolas pasan la mayor parte de su tiempo desapercibidas en el interior de las alamedas, haciendo sus nidos en lo más lalto de los largiduchos chopos,.... casi siempre invisibles a los ojos humanos pese a su diseño "taxista" (sólo los machos), pero Papi las detecta rápido por el oído... el canto de la oropéndola es de los más hermosos que se puede escuchar en el interior de un bosque.
Pero a mi todas estas consideraciones me tienen sin cuidado, especialmente cuando el hambre me apremia y entonces no veo ni amapolas, ni jaras, ni jaramagos... no escucho ni a los ruiseñores, los pinzones o las oropéndolas..... sólo veo a mi madre y sólo me desvivo por la teta de mi madre que es mucho más maravillosa que todas las florecillas silvestres, pájaros y pajarracos que pueda enseñarme mi padre.
Y es que como la teta de mi Mami no hay nada en este mundo , al menos de momento!!

Jara, descubriendo las amapolas (30 de abril de 2006)

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