Más bien bajo de estatura, escuálido, diría que casi escuchimizado...De ese tipo de hombres que por mucho que se apunten a un GYM no consiguen marcar ni un solo músculo; imposible revestir a ese cuerpo, triste y desangelado, de algo de vitalidad . Te lo imaginas en su desnudez, blanco, con las venas azuladas que se trasparentan angustiadas. Los cabellos ondulados, casi rizados y alineados con una perfección enganchosa...Como si se hubiese peinado y aderezado con limón de forma "relamía" (dialecto colomerense).
Una chaqueta larga y ancha a modo de gabán, con enormes botones gruesos impersonales. Color azul marino - horrible color para las prendas de vestir - , pantalones de idéntico color y zapatos clásicos, acabados en punta, limpios, pulcros que de puro resplandor acaban produciendo grima!!
A pesar de ponerse justo a mi vera, no me dedicó ni siquiera una mirada de reojo, ni a mí ni a ninguna otra persona de todo el vagón. La mirada indefectiblemente vacía, estéril, sin vida....
Siempre me ha parecido incomprensible que una persona que realiza un trayecto en un transporte público - por breve que éste sea - sea incapaz de cruzar su mirada con la del resto de personas con las que comparte el viaje. Como si toda esa enorme muchedumbre que le acompaña no estuviese en realidad allí......En realidad los otros si que están allí, pero es él el que se encuentra en otro lugar. Seguramente ensimismado en sus oscuros y torvos pensamientos.
Todos solemos tener momentos , instantes, en que estamos ausentes pensando en nuestras cosas. Es normal, hacemos viajes retrospectivos de cosas pasadas o viajes al futuro de asuntos que nos preocupan.....A veces nos ponemos a sonreir y nos vemos sorprendidos por alguna mirada indiscreta que se ha percatado de nuestro viaje fantástico.....Vale, eso es natural, pero en algún momento volvemos al "aquí y ahora", al mundo presente que, en definitiva, es el mundo real y nos deleitamos con la observación de la gente que nos acompaña...Porque se trata de eso, son compañeros de viaje y como tales tienen muchas cosas que decirnos. Nos hablan con sus gestos, con sus gañotas, con sus posturas, con sus ropajes o vestimentas. Nos lanzan multitud de mensajes subliminales, inconscientes o deliberados...Coquetean con sus miradas, con los labios, con las manos.....
Pero los hombres grises no! Ellos desvían las miradas, inclinan la cabeza y apuntan con sus tristes barbillas hacia el suelo. Huyen de la vida que les rodea y entran en una especie de trance siniestro..... No huelen a nada, no hablan ni carraspean, no estornudan ni hipan. Apenas si pestañean!! Una frialdad parece acompañarles y consiguen que se transmita de alguna forma a su alrededor. Tienen un extraño poder hipnótico que o bien te adormece o te tensiona de una forma muy desagradable.
No me preguntéis por qué, pero siempre he tenido una sorprendente facilidad para detectarlos. Pertenecen al género masculino. Jamás he conocido una "mujer gris", no en el sentido que estoy exponiendo. Las mujeres pueden estar tristes, angustiadas, ensimismadas o tener un día melancólico, pero nunca están desprovistas de ánima, de vida.....Nunca transmiten esa total indiferencia y frialdad de los hombres grises. La mujer es un ser lleno de vida, puede tener "un día gris", "un momento gris", pero ellas no son grises!! Esos hombres, por el contrario, son grises en su misma esencia, poseen una frialdad que procede del mismo tuétano de sus huesos.
A mi estas personas me producen un recelo y desconfianza mayúsculos. No puedo creer que en su condición de "zombies de cuerpo presente" sean tan fríos como aparentan. Les atribuyo las peores perversidades y vicios ocultos. Yo a este tipejo gris que entró el otro día en el vagón de los FGC me lo imagino en su tiempo libre pagando a una prostituta en una sesión sadomasoquista vergonzante. No me cuesta lo más mínimo imaginármelo golpeando a una pobre muchacha o peor aún, como un enfermizo pederasta!!
Los hombres grises pueden parecer inofensivos, pero estoy seguro que ocultan graves desequilibrios psicópatas o vicios inconfesables.....
No os fiéis nunca de los hombres grises que pululan cual zombies por las calles. Recelad de las personas introvertidas, serias y meditabundas que pueblan los vagones de los tranvias, autobuses o metros.
Es fácil detectarlos, su mirada es vacía, sin vida....y si estáis cerca de ellos notaréis con gran desazón el frío que emana de sus atormentados cuerpos.
Yo si puedo elegir voy en autobús, donde la densidad de hombres grises es menor y el trato entre los viajeros suele ser más humano. En los trayectos de bus suelo entablar conversación, especialmente con señoras, personas mayores y otras madres, muchas veces te hacen confesiones o te explican historias muy personales. En el metro no recuerdo haber tenido conversaciones de este tipo, no se va más allá de las tres o cuatro frases de cortesia, como gracias por dejarme pasar o si te ceden el asiento ( que no es habitual pero a veces me ha pasado). Pienso que cuando bajamos las escaleras del metro todos nos volvemos un poco autómatas y entramos en nuestro propio mundo interior. Viva la superficie!
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